La Corriente del Atlántico Norte es la encargada de traernos masas de aire cálidas del Golfo de Méjico y nos proporciona a gran parte del oeste de Europa un clima relativamente templado, pero esto podría cambiar en un futuro no muy lejano. Los científicos sospechan que el deshielo de Groenlandia y la lluvia excesiva podrían interferir con esta corriente oceánica.
Dado que la escorrentía del agua de deshielo de Groenlandia ha aumentado debido al cambio climático, al igual que las precipitaciones sobre el océano, se ha estudiado que este hecho, que enfriará el océano, además, puede ralentizar e incluso revertir la corriente del Atlántico Norte, bloqueando el transporte de 'calor' a Europa. Las primeras simulaciones de los efectos del agua dulce en las corrientes ya se han realizado durante algunas décadas.
Daniele Castellana, estudiante de doctorado de Dijkstra, quién realizó las simulaciones, afirmó que «Las simulaciones mostraron que las posibilidades de un colapso total de la corriente del Atlántico Norte en los próximos mil años son insignificantes».
Aun así, es probable una interrupción temporal al noroeste de Europa: «En nuestras simulaciones, las posibilidades de que esto ocurra en los próximos 100 años, son del 15%». Estas transiciones temporales pueden causar períodos muy fríos en el Atlántico Norte y sobre todo en Europa occidental, aunque esto debe verificarse en estudios posteriores.
El estudio actual es solo un primer paso para determinar el riesgo. Cabe decir que el modelo no tiene en cuenta cambios considerables en el agua dulce en el Atlántico Norte, que pueden ser causados por el derretimiento de las capas de hielo.
Los resultados fueron publicados este pasado 30 de diciembre en la revista Scientific Reports. «Los océanos almacenan una inmensa cantidad de energía y las corrientes oceánicas tienen un fuerte efecto sobre el clima de la Tierra», dice Fred Wubs, profesor asociado de matemáticas de la Universidad de Groningen.