El desaparecido municipio de Argusino, en Zamora, emerge y deja sus restos al descubierto debido a la bajada del nivel del embalse de Almendra, al oeste de la comunidad de Castilla y León, cuyas aguas cubrieron este pueblo desde 1969.
La falta de lluvias asola esta zona, donde desde hace meses la ribera más cercana a la ermita de la Santa Cruz luce seca, una situación que se ha acentuado estos días y ha dado paso a un nuevo paisaje, el de los restos de un pueblo que, hace ya más de medio siglo, desapareció, al menos físicamente.
A la vista vuelven a emerger las estructuras de esta antigua localidad, un fantasma que sobrevive en la memoria de los vecinos de las orillas del río Tormes, que es el cauce principal del pantano. Se puede visitar el antiguo cementerio, los muros de piedra seca que son las ruinas de sus viviendas y otros monumentos sumergidos un largo tiempo.
Existe una asociación de personas, antiguos vecinos de la zona y descendientes de los pobladores de Argusino, que mantienen la memoria de un pueblo, que se niega a caer en el olvido como aseguran los integrantes de este grupo.
Según la propia asociación, la bajada del agua ha dejado a la vista el camino que daba acceso al pueblo, con los vestigios de lo que en su día fueron los tradicionales muros de piedra seca, «ahora ya prácticamente condenados a recordar el sendero que, en su día, fue un camino continuamente transitado».
También ha emergido y se distingue parte del cementerio, uno de los símbolos más emotivos para los supervivientes de la triste inundación de Argusino. Dicen que siguen visibles en su interior las cruces dibujadas por los descendientes «para marcar el lugar en el que descansan sus seres queridos».
El descubrimiento de los restos hace remover muchos sentimientos y recuerdos a los integrantes de la asociación Argusino Vive. Condenan que «el pueblo permanece en duermevela constante, en una lucha por no caer en el olvido pese a la situación a la que fue sometido».